El mes pasado, asistimos a un cliente que es parte del grupo alemán Hatz, activo en la producción de motores diésel para la agricultura. El cliente se encarga de ensamblar y desmontar piezas de acero en engranajes para el proceso de lapeado, un proceso mecánico en el que se trabaja una superficie metálica o cerámica para minimizar su rugosidad. Las diversas piezas están altamente estresadas, lo que hace que el ensamblaje sea una operación que requiere máxima precisión y atención al detalle.
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